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Lo que podría (o no podría) pasar mañana

Hay quien piensa que mañana podría ser el fin del mundo, quizás a causa de una (probablemente) mal entendida profecía Maya acerca del final de su calendiario. No voy a entrar en debates acerca de si mañana empieza un nuevo ciclo astronómico, o si tal alineación planetaria va a traer la paz al mundo… o su destrucción. Pero haciendo un ejercicio de imaginación, pienso en qué puede pasar mañana para que se ACABE (así, con mayúsculas) el mundo.
Pues al fin y al cabo, ¿qué es el fin del mundo? ¿La destrucción del planeta tierra? ¿O simplemente la extinción de la humanidad? O es algo más metafísico, como una mera desaparición del mundo, como si hiciera ¡plop! implosionara y se desvaneciera.
Quizás sea como uno de esos programas de televisión, que tras años y años de emisión y tras hacernos creer que son eternos, un día, desaparecen. Imaginaroslo:
«Los productores de «El Planeta Tierra», el prestigioso y el más longevo programa de la parrilla televisiva, y que ha batido récords de audiencia desde la época de las amebas, anuncian que lo suspenden por falta de presupuesto». ¿La crisis da para tanto? Hombre, yo creo que no.
Imaginemos entonces que el mundo se acabase en su más literal sentido, que el planeta desapareciera (aunque la NASA haya dicho que eso es imposible y que NO VA A PASAR). ¿Sería como en «Armageddon» a causa de un meteoro gigante que chocaría con nuestro mundo?
Si eso pudo acabar con los dinosaurios, ¿por qué no iba a poder acabar con nosotros?
¿Pero a qué está esperando Bruce Willis para venir a salvarnos?
Otra opción catastrofista es que el cambio climático desemboque en una era glacial, como vaticina la película «El día después de mañana» y el libro en el que se basa, que no es una novela de ficción, como muchos pueden pensar, sino un ensayo «The coming global Superstorm» escrito por Art Bell y Whitley Strieber. ¿A que ahora esa peli da más miedito? Aunque en realidad, una glaciación no significaría el final del mundo, per se, sino tan sólo un aumento espectacular de la venta de abrigos polares, equipos de esquí y trineos. ¡Qué divertido!
 Quizás lo que nos espera es una invasión alienígena. Quizás los Mayas lo sabían y nos prepararon para ello, pero no estoy pensando yo en una invasión tipo «Independence Day», con naves gigantes cayendo sobre las grandes urbes y exterminando a la población, no. Yo estoy pensando en algo que acojone de verdad, como «La invasión de los ladrones de cuerpos», esos aliens que suplantaban a los verdaderos humanos mientras estos dormían…
Puestos a acabar con la raza humana, lo más lógico sería pensar en una gran pandemia, una enfermedad mortal que se extendiera por todo el planeta, exterminandonos a todos… o a gran parte de nosotros.

Quizás luego, como en la película de Terry Gillian «12 monos» Bruce Willis viaje al pasado para intentar evitar la propagación de dicha enfermedad.

Primero un meteoro y ahora esto… He elegido un mal día para dejar de fumar

 

Pero puestos a pensar en un final de la humanidad terrible y sangriento (y fantasioso a más no poder) ¿por qué no plantearnos la posibilidad de un apocalipsis zombie? ¿Acaso hay algo más terrorífico que muertos devorando a los vivos?
Quizás el óleo «El triunfo de la muerte» de Pieter Brueghel el Viejo sea también profético en parte, al mostrarnos un ejército de soldados cadavéricos recluyendo a los últimos vestigios de la humanidad en una caja. ¿El fin del mundo o el infierno en la Tierra? Tanto da, ¿no?
Sinceramente, no creo que el mundo acabe mañana, pero ¿quién sabe? No sabemos lo que ocurrirá dentro de un segundo, ¿cómo saber lo que pasará en unas horas? Pero yo sí sé algo de mañana, aunque tras tanto catastrofismo pueda parecer banal, y es que mañana será mi cumpleaños. Feliz Apocalipsis.

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