Una entradita rápida que me voy a trabajar.
“Me mentiste” Dijo la niña con voz chillona y estridente, gruesas lágrimas cayendo pesadas sobre sus rodillas. “Me dijiste que aquí podría ver a mi madre”. Suspiré enfadado conmigo mismo por haber hecho una vana promesa, mientras jugueteaba con una pluma que se había adherido a mi túnica. Tampoco es que fuera culpa mía, ¿cómo iba a saber yo que su madre estaría en el infierno?